El plan de Salustiano
A lo largo de la historia, hay personas que saben escribir sobre nosotras. Nos dibujan por dentro y por fuera, visibilizando esa realidad contrahegemónica en la que transitan los hombres y mujeres de esta tierra. Jerome Mintz, al igual que más tarde Salustiano, escarban en las palabras, en las historias contadas en el callejón, en el bar, con la enagua sobre las rodillas o en el tajo. Tanto uno como otro se sumergen en los ojos, en los gestos, en las arrugas que, casi siempre, dicen más que las voces. Mintz, plasma esta realidad en sus libros, documentales y fotos para que nadie olvide la Andalucía encarnada en este rincón de la laguna de la Janda. Más tarde, Salustiano, redescubre su obra y la emplea como cimiento y principio de su plan.
Salustiano escucha atentamente, no sólo oye. Y como el antropólogo americano, observa y dialoga con lo que vive. Mirar, describir, oír, escuchar, entender y dialogar para construir pensamiento que explique el mundo de sus paisanos. Y a la par interpretar desde sus saberes, desde sus marcos teóricos, desde sus perspectivas de mundo, los pluriversos de esos otros y otras. Alguien dijo que para ser buen antropólogo hay que tener los ojos muy abiertos, las orejas muy grandes y dispuestas, los pies enormes pegados al suelo …para que los pensamientos no te lleven por las nubes. Saber escuchar, ser dueño de tus silencios y esclavo de tus palabras es una de las sabidurías primeras que permite distinguir lo importante de lo banal. Y ellos hablan mucho y escuchan más.
Para interpretar el mundo hay que inmiscuirse en él, sentirlo, latirlo, vivirlo. Jerome Mintz se sumergió en las aguas de nuestro pueblo y como andaluz de Indiana supo darle cauce y documentar el ayer, las vidas que le tocó conocer, los recuerdos (memorias pasadas por el corazón… ¡ay!) de nuestra gente, de su gente. Con la pulcritud de un artesano edifica sus dos libros andaluces, pero el papel y la tinta no pueden contener su creación desbordándose para construir otros mundos desde las imágenes y las palabras, desde las conversaciones y la oralidad de sus documentales y sus miles de fotografías. Una obra preñá de acontecimientos, maneras de pensar, ideologías, expresiones culturales y simbólicas de nosotras. Mintz y su obra da protagonismo a la vida de los trabajadores, a los perdedores de los conflictos sociales del pasado. Personas que reivindican su dignidad en una tierra tiranizada y colonizada, castigada y extorsionada. Da la voz a las del campo, a las de abajo, a las que miran de tú a tú y a los ojos a cualquier ser humano, tenga o no tenga; a las que no se amilanan ante el poder; a las que con orgullo andan con pies firme sabiendo, soñando el día que, como las tagarninas, los espárragos o el aire tampoco tenga la tierra dueño.
Un poquito después de Mintz llega Salustiano, andaluz de Graná, tierno con las espigas y también con las espuelas. Y se encollera con el primero, entrelazando sus saberes con la destreza que sólo los maestros artesanos saben. Desde la sincronía temporal de los tiempos diferentes que les toca vivir, como dos viejos y expertos corcheros, con las mismas herramientas y en momentos diferentes, nos desnudan.
Salus pone en valor el patrimonio etnográfico del redescubierto americano. Reivindica la historia silenciada de Casas Viejas, que también a finales del siglo XX, algunos querían acallar. Y convierte a la obra de Mintz en una de las piedras angulares desde la que recobrar y recuperar episodios claves para la identidad local, para la propia vecindad de Casas Viejas.
Dice Salustiano Gutiérrez que no hay otra localidad tan afortunada en nuestra tierra que pueda presumir de un trabajo antropológico tan extenso y riguroso. Manos a la obra, con otras compañeras rescatan, divulgan y ponen en valor la historia oral que sirve para reflexionar sobre el ayer y para entender el presente. Y lo más importante, que reconcilia al pueblo con su pasado. Hoy, casi treinta años después, hablar de los sucesos ya no es tabú en Casas Viejas. Hoy todos y cada uno de sus habitantes pueden acceder a la narración rigurosa del pasado gracias también a lo que es sin duda la obra definitiva de Salustiano “Los sucesos de Casas Viejas. Crónica de una derrota (2017)”
Salustiano y Juani, desde que llegan, tejen su día día, desde la interactividad de la sociabilidad andaluza que nos hace ser como somos. Y así, articulan una red, y un compromiso desde la seriedad y obligación que la dicha y el disfrute que estar vivo requiere. Y mientras están en el bar, en el carnaval, en el futbol sala, en el instituto, en la feria, o en el teatro…entrelazan complicidades que ya no son suyas, que son de todas. E involucran en una arrolladora creatividad a un sinfín de personas que activan y nutren pensamientos, emociones, haceres.
Salustiano es un viento inquebrantable y fresco que entusiasma a su paso. Un hombre que cree en la bondad de la gente y siempre contextualiza los hechos para entenderlos con rigor, sin aspavientos, sin juicios, pero de forma implacable. Inculca el interés por las palabras de los que nunca son escuchados, sobre las narraciones que se construyen desde de los silencios obligados, desde los gestos reprimidos. Sobre aquellos océanos de saberes que una vez desvelados son capaces de resquebrajar los más sólidos embustes sobre los que se cimienta la hegemonía del poder y transformar esperanzadoramente al mundo. Con constancia, dulzura y rigor enciende el enardecimiento por conocer. La praxis y el compromiso por conjugar los verbos vivir y estar siempre con mayúsculas. Y esta metodología de trabajo, ese plan, lo comparte con sus alumnas, entre sus colegas. E involucra a todas y a todos los que lo conocemos, en mil batallas generosas por construir mañana desde la piel de hoy que no es sino trasunto de los procesos sociohistóricos también del ayer.
Salustiano, incansable hasta su último día escucha, describe, documenta, analiza, expone …y “Desde la historia de Casas Viejas” trata los mil y un aspectos de nuestra cultura andaluza: desde el pasado a los más íntimos detalles de nuestra sociabilidad, desde los aspectos más señeros de nuestra cultura política, a las anécdotas que ilustran nuestro comportamiento electoral. Y cómo no, se explayó sobre el mundo del trabajo, de los jornaleros, de los camperos, de los sopacas, de sus costumbres, de sus juegos…interpretando y reinterpretando situaciones, escritos de otros, fotografías, anudando cada aspecto de la vida de sus gente, dignificándola, dándole protagonismo, sacándola del silencio donde los ubica el poder y el Estado.
Salustiano está más vivo que nunca hoy, en esta aula, en este centro del saber donde estudiarán y construirán pensamiento las hijas de las hijas de vuestras hijas. Donde cada una son luz y esperanza para construir mañanas más solidarios y tiernos, menos desiguales y más hermosos. Donde mil hogueras alumbrarán mil conversaciones. Esas que son el ingrediente fundamental para continuar narrando la historia de esta Andalucía nuestra en el amanecer de los tiempos…
Agustín Coca Pérez