Gracias, amigo


La educación no es propiedad del profesorado:

se beneficia de ella toda la sociedad.

Francisco Poveda



Alguna vez le escuché decir a Salus que la calle donde vivía estaba a mitad de camino del centro del pueblo y del instituto. Lo que en principio parece una ocurrencia es una declaración de intenciones: el instituto y el pueblo (simbolizado en su centro histórico) lo eran casi todo para él. Y en medio, la familia como sostén.

Primero como profesor, luego como director y de nuevo como profesor, su afán consistió en que el instituto se abriera al pueblo y que el pueblo se integrara en él. Solo así se entiende su empeño en que todo lo relacionado con el IES Casas Viejas traspasara el recinto y llegara a todo el mundo. Ese mismo espíritu participativo (involucrarse e involucrarnos) guio todo lo que hizo más allá de su profesión, pero que tan íntimamente estaba relacionado con ella. Así, el instituto fue el trampolín y Benalup-Casas Viejas, la piscina a la que se tiró en bomba.

Porque Salus fue la bomba. Basta con enumerar cada una de las iniciativas que llevó a cabo o con las que se comprometió (tanto las escolares, las extraescolares como las ajenas a su profesión) para rendirse ante una fuerza de la naturaleza. Dicho de otro modo: ante un cabezota.

Es lo que tienen los obstinados: no se conforman, siempre quieren más. En su caso, y en beneficio de la sociedad, al papel que desempeñó como profesor hay que añadirle, con todo merecimiento, el de investigador e historiador. Buena prueba de su crecimiento profesional es su blog, Desde la historia de Casas Viejas; el rescate y estudio de la obra de Mintz; y su producción bibliográfica, fundamental para que cualquiera, con independencia de su formación, se acerque a nuestra historia local y aprenda con ella. Porque si algo caracteriza el trabajo de Salus es su faceta divulgativa: un pie fijo en la docencia y el otro adentrándose en la investigación, de forma que lo educativo y lo académico vayan de la mano y se retroalimenten; la simbiosis perfecta.

Y sin embargo, él se consideraba ante todo un profesor al que la historia de este pueblo lo había atrapado. Así lo expresó en su discurso el 28 de agosto de 2020, cuando el Ayuntamiento le entregó la Medalla Honorífica que le había concedido en febrero:


Personalmente, quiero terminar insistiendo en que Benalup-Casas Viejas me ha permitido profundizar en su historia, en esa tela de araña que me ha atrapado y que le ha dado sentido a mi vida. Estoy totalmente convencido de que en otro lugar no me lo hubieran permitido. Por ello, más que merecerme yo un reconocimiento por hacer lo que me gusta (un regalo que agradezco y valoro), la gente de Benalup-Casas Viejas tiene mi gratitud eterna e infinita.


En octubre de 2019, la salud de Salus empeoró. Incluso más enfermo y de baja, optimista como era, albergó la esperanza de reincorporarse a su puesto de trabajo. No pudo ser, pero en todo momento luchó por seguir sintiéndose profesor y desplegó una actividad frenética digna de admiración. Era consciente de que el tiempo corría en su contra e hizo lo que la vida le enseñó: resistir, dar la batalla, ganar cada día.

El 10 de agosto de 2020, dos meses antes de morir, me escribió un wásap:

—Hoy me ha cambiado la vida, cojones.

—Por…

Contestó mi mensaje al día siguiente:

—Ayer me dijeron que me iban a dar la incapacidad total. Se acabó Salus como profesor.

Solo le pude contestar que quien es profesor lo es para toda la vida. Para mí, Salus lo sigue siendo y continúo aprendiendo de él a diario.

Gracias, amigo.


Fran Sánchez Mazo

Casas Viejas, 16 de mayo de 2021