El Salus más social

Quedarte con una única faceta de Salus, es muy complicado: historiador, humanista, maestro, filántropo… Él era un ser social por naturaleza, un dinamizador cultural, que se apuntaba a un guirigay, juerga, copita, tapeo o comida. O mejor aún, los organizaba como nadie. Tenía como máxima que una cerveza era la mejor de las maneras de limar las asperezas del día a día, de los pequeños desencuentros o diferencias entre los compañeros. Por eso, tras las evaluaciones siempre organizaba una comida o una cena, e incluso, instauró la copita de principio de curso en la que invitaba a compañeros de los colegios de Benalup y de Las Lomas. Era un hombre social por naturaleza, inclusivo, cuántos más estuviéramos, infinitamente mejor.

Salus siempre estaba omnipresente en cualquier actividad cultural del centro y su objetivo era implicar al mayor número de profesores, alumnos y de padres. De ahí que abriera a todos las exposiciones que tan meticulosamente preparaba en la Semana Cultural del centro, en las que participaba activamente toda la comunidad educativa, a través de textos, fotografías, infografías, entrevistas… todo aquel material necesario para dar a conocer al pueblo su historia y sus tradiciones. Y cómo lograba transmitir, enseñar, emocionar con los vídeos, las fotografías… En suma, con su inmenso legado que nos ha dejado para el presente y para las futuras generaciones.

Recuerdo que su entusiasmo por la Semana Cultural lo contagiaba a todo el mundo. Desde la difusión de la Revista El Casas Viejas, sus exposiciones temáticas, El Show tan querido por él porque los protagonistas eran los alumnos, sus alumnos por los que literalmente se entregaba en cuerpo y alma. Y cómo no, rememorar esas inolvidables jornadas de convivencia en el Picacho, en el Celemín en los que desde la mañana desayunábamos, comíamos, jugábamos, o participábamos en concursos. Imborrable será aquella convivencia celebrada en una inmensa nave muy cerca del instituto en día de lluvia y de tormenta. Nos fuimos allí y montamos nuestra particular fiesta gastronómica con nuestros alumnos, mientras fuera el barro y la lluvia servían de decorado. Salus no se arredraba ante nada, ante ningún tipo de adversidad o de contratiempo, y de este hizo su modus vivendi.

Ha sido tanto lo que aportó a la vida social y cultural de este centro: aquellos viajes memorables a Italia con los alumnos de 1º Bachillerato, a Marruecos con un grupo de 4ªESO, la tradicional excursión a Granada de los alumnos de 2º Bachillerato… porque su lema era que los alumnos debían salir y conocer mundo.

Algo que no podré olvidar fue cuando me entregó mi primer horario allá por octubre del 98. Tenía asignada una guardia a última hora y me había anotado de forma manuscrita: “El profesor de guardia del viernes a última hora, debe invitar a una cerveza”. Lo sentí como la forma más calurosa de abrir los brazos a un nuevo compañero, de tenderle la mano y de hacer sentir que este trabajo necesita de eso, de compartir continuamente y de ir intercambiando experiencias, retos, expectativas.

Para finalizar, quiero hacerlo con una frase que lo singulariza como un hombre al que le gustaba departir, compartir, debatir, consensuar y si era acompañado por una cerveza que ayudaba a estrechar lazos de unión, mucho mejor. De ahí, aquella frase amiga tan conocida de Salus: “¡Nos vemos en los bares!”. Y apostillo: ¡Cuánto te echan de menos la cafetería de tu instituto y los bares de tu pueblo!. ¡Un brindis por ti, compañero y amigo!


Manolo Viciana